miércoles, 16 de diciembre de 2009

el cisne y el hada II

El cielo desparramaba toda su acuarela sobre los arboles, gamados en los marrones mas oscuros imaginables, tenebrosos de aquella mañana de junio. El cisne caminaba sereno ,como el mar en primavera, la noche había sido larga tratando de abrazar las estrellas, con su andar taciturno se abría paso entre el espeso bosque, los arbustos blancos cargaban el color triste de una novia desilusionada que se había escapado de la gloria, ¿quien sabe por qué?Tal vez escapaba buscando lo mismo que el pequeño cisne, esa sonrisa a pesar del mundo, ese calor a pesar del clima, ese latir del corazón que pinta de otro color las cosas, tal vez quería llenar sus pupilas de rosa, quizás quería poder ser feliz... felicidad... Que palabra tan compleja, demasiado quizás para esta minúscula ave, que desangra su roto corazón en forma de cristalinas gotas de agua que caen de sus pupilas y no llegan al piso, es probable que comparta el mismo dolor que la novia, quizás esperan el mismo tren en el andén de las penas del amor... ¿que puede saber de amor ese insignificante cisne? Tal vez lo que sabe de física nuclear un electricista, o lo que sabe de fútbol la señora que no se pierde un capitulo de la novela del galán de turno, pero también puede conocerlo, como conoce un revolucionario al valor de las ideas mas allá de la vida o la muerte, puede sentirlo a flor de piel, puede sentirlo golpear su corazón una y otra vez, y es que quizás fue este tal "amor", quien hirió su corazón para que desangre.
El ave sigue con su andar triste por la maléfica jungla, escarchada por el cruel invierno, y entre la maleza se ve como una luz, muy amarilla, es como si fuese la octava maravilla, un ser chico también pero con mas colores que el arco iris, brillante como el sol, o aún mas, rodeado de
polvo, sacado de las mismas estrella, todo lo que tocaba podía florecer, todo lo que este ser alado miraba no podía dejar de sonreír, con una sonrisa típica de alguien enamorado, alguien atontado, alguien con esperanzas. Pero el diminuto cisne, no la veía tan hermosa, sino que la veía como un hada, opaca con un puñal en su mano, no era capaz de hacerlo sonreír, sino que solo podía hacer que sus ojos se humedescan mas, que el viento frío golpee mas fuerte en su pecho y que las flores se vuelvan negras, tan negras como el vestido de la mujer que nos visita a todos alguna vez, y es que los ojos desilusionados del cisne no lo dejaban ver la belleza que vagaba desnuda ante su ojos, y no es que él hubiese nacido ciego, es que la visibilidad se le nublo de tato llorar sus penas.
La mañana silvestre trae nuevos aromas, las flores despiertan y con su perfume inundan de dulzura el ambiente, el aire fresco renueva lo que el tiempo destruyo la noche anterior, seca las lágrimas y pone de pie a cualquier desalmado, infla el pecho de cualquier derrotado, y lo rearma para cualquier enfrentamiento, ante cualquier ejercito. Con sus lágrimas desaparecidas, el cisne decide mirar hacía adelante y caminar, ver lo que tiene para ofrecerle el bosque, que ya no era tan oscuro como antes, pero tampoco le sonreía, y seguía tan desolada mente solo como siempre, soledad que vuelta a llenar de tristezas el corazón del pequeño cisne. Es entonces que el pequeño cisne decide enfrentar al peor de sus enemigos, ese miedo interno que guarda cualquier criatura capaz de sentir, ya que el miedo es el sentimiento mas fuerte a vencer. Se esconde detrás de unos arbustos, comienza a escuchar una música hecho por los mismos ángeles capaces de describir el paraíso sin decir una sola palabra, y ve al hada que, que sonreía indiferente al mundo, que andaba cálida y desnuda, sin interesarle la crueldad de junio, que bailaba en el atormente silencio, que derrochaba esplendor por cualquier rincón que asomase, que viajaba de una punta a la otra veloz como el colibrí, depositaba en cada flor el perfume maravilloso, y se mecía entre la copa de los arboles, pero de pronto el hada se detuvo y dijo: " Sé que estas ahí, también sé que has deambulado toda la noche y llenaste el seco lago de tanto llorar, no puedes ocultar tus sentimientos todo el tiempo, debes gritar al viento y desahogarte, es que tal vez solo de esa manera podrás encontrar eso que tanto buscas, y vacía tus penas, soló así podrás llenarte nuevamente de paz, amor, y libertad. Tambiénperfecta mente lo que estas pensando, pero mi lugar no es aquí, mis sentires no son los mismos que los tuyos y el mundo seria caótico si la balanza de la justicia estuviese inclinada, sólo toma mis concejos y espero me sepas disculpar", y en un abrir y cerrar de ojos, el hada voló tan alto que desapareció entre los rayos del sol.
Él solo pudo sentarse a contemplar como los pequeños pájaros cantaban al atardecer, desdichado mendigando un poco de calor, en el vendaval solitario que auspician las estrellas, que brillan indiferentes allá arriba, porque todos sabemos que un cisne nunca puede abrazar una estrella.